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sábado, noviembre 11, 2017

Como siempre, el milagro

Despierto cada día 
sometido a la nada
desnudo en el vacío.

Dedico unos instantes,
los que preceden al pánico,
a considerar si estoy despierto
o simplemente habito
en un cuerpo dormido.

Dedico unos instantes
tangibles como campanadas
a descubrir las razones
que justifican mi nombre.

A describir las ventanas
que muestran mi muestrario
de quejas y dolores.

Al final recurro
 como siempre al milagro
que descubro a mi diestra:

Una ondulada cadera
inverosímilmente cierta
que convoca a los soles
por encima del agua.

Nado guardando la ropa
de mi soledad al nicho
que existe entre tus pechos.

Me acurruco allí caliente
y le pido a la vida.
Y le rezo a la vida
para que nunca me faltes
al comenzar la mañana,
para que nunca me faltes
cuando despierto en la nada.

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