como a una catedral
llenándose de fieles.
Me convoca el silencio
de sus naves vacías
y el susurro del fresno
batido por el viento.
Quisiera encontrarte
en este valle oscuro
pues tu amor permanece
e ilumina las sombras.
A tus brazos me acerco
como un niño desnudo,
como me acerco al campo,
buscándolo ya todo.
Amor, a tu ribera
acuden los ciegos
y acudo yo mismo,
sin nada que me esconda.
Cuando llegue la hora
y todo nos convoque,
me presentaré a la cita
pronunciando tu nombre.
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