Nos jugamos la vida todos los días
en esas horas que marcan frontera
entre el hoy y el ahora,
cuando las sonrisas no encuentran
nombres y apellidos
ylas luces no encuentran
acomodo en las bombillas.
Nos jugamos la piel
en ese cara a cara
de ciegos sonámbulos de gloria
con las manos atadas a la espalda
y la boca llena de arena y escoria.
Y según va haciéndose la luz
y el verbo encuentra nombre
tu piel llama a mi piel en son de paz
y estrechan las manos las cinturas
con ansias de hiedra mordaz
glorificada y pura.
Un beso y se hace la luz
y el verbo se hace carne
y habita de nuevo
entre nosotros:
Amor, amor
por los pasillos.
Amor camino a la ciudad
que apenas apaga sus luces
y tiende de nuevo las aceras
para acoger al día
que nuevamente nace
también enamorado.
Recitado
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