Apenas he bajado las manos
y ya estaba conmigo,
como un niño jugando en el parque
una tarde de domingo.
Apenas he bajado las manos
y ya estaba conmigo,
un amago de vida, de muerte.
Un no sé cómo ha sido.
Apenas he bajado las manos
y ya estaba conmigo,
como un susurro del aire,
en la tapia del olvido.
Un ¡Te quiero! que me duele,
como nunca había dolido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario