de aquellos grandes bueyes
de enormes cornamentas.
Poderosos como ídolos
y pacientes como estatuas
y de la vieja carreta
ceñuda y crujidora,
navegadora de prados
y caminos,
galera panzuda
de apartados mares.
Recuerdas, Luis, recuerdas,
tus diez años, lejanos ya,
atónitos, asombrosos,
tan ajenos ya,
tan de otro.
Y aquellos sus ojos.
Pilar. Aquellos tus ojos tan vivos,
hoy ya, sólo recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario